CONTEXTO HISTÓRICO: EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE LAS MONARQUÍAS CASTELLANA E INGLESA EN LOS PERÍODOS MEDIEVAL Y MODERNO
⌅La Monarquía castellano-leonesa estuvo preferentemente volcada hacia la península ibérica en sus primeros siglos de existencia, en claro contraste con sus homólogas de Navarra y la Corona de Aragón, que mantuvieron tempranos e intensos contactos con Francia y más adelante con Italia, el Imperio romano-germánico e incluso las tierras del Mediterráneo oriental, donde no solo tuvieron intereses comerciales sino también político-militares, en concreto en Grecia.
Por lo que respecta a la Corona de Castilla esta situación se mantuvo hasta mediados del siglo XII, cuando Alfonso VII concertó su matrimonio con la princesa Richilda de Polonia, enviada por su primo el emperador Federico Barbarroja en 1552 (Diago 1995Diago Hernando, Máximo. 1995. «La monarquía castellana y los Staufer. Contactos políticos y diplomáticos en los siglos XII y XIII». Espacio, Tiempo y Forma. Historia Medieval 8: 51-83. 10.5944/etfiii.8.1995.3590, 54). Después en 1170 su sucesor Alfonso VIII casó con Leonor Plantagenet, hija del rey de Inglaterra Enrique II y de su esposa Leonor de Aquitania. Y por su parte en 1254 el rey Eduardo I de Inglaterra lo hizo con Leonor, hermana del rey Alfonso X de Castilla.
Las buenas relaciones entre Castilla e Inglaterra, sin embargo, tocaron a su fin tras el acceso al trono castellano de Enrique II en 1369. A partir de entonces el monarca inglés, enfrentado con el francés por la sucesión al trono de Francia, luchó también contra el nuevo rey de Castilla, aliado con Francia, y defendió la candidatura al trono castellano de un miembro de la familia real inglesa, Juan de Gante, que llegó a invadir el reino castellano (Perea 2018Perea Rodríguez, Óscar. 2018. «Anglofilia y anglofobia en la Castilla medieval: Thomas Becket y el duque de Lancaster en la arenga de Juan I de Trastámara ante las Cortes de Segovia (1386)». En La espiritualidad y la configuración de los reinos ibéricos (siglos XII-XV), dir. por Isabel Beceiro Pita, 197-238. Madrid: Dykinson.). Un nuevo giro se produjo tras la unión de las Coronas de Castilla y Aragón a raíz del matrimonio de Fernando e Isabel, los Reyes Católicos. Entonces Fernando puso en práctica una nueva política, dando continuidad a la tradicional hostilidad de la Corona de Aragón hacia Francia, que pasó a ser asumida también por Castilla. Concertó el matrimonio de su hija Catalina con Arturo, heredero del trono inglés, y, tras la prematura muerte de este, con su hermano, que accedió al trono con el nombre de Enrique VIII. Cuando este repudió a su legítima esposa para contraer matrimonio con Ana Bolena se volvieron a romper sin embargo las relaciones entre las dos Monarquías, que solo se pudieron retomar durante el breve reinado de María Tudor, casada con el monarca castellano Felipe II. Pero la sucesora de María en el trono, su hermana Isabel, mantuvo una relación de ininterrumpida hostilidad con este último, a la que solo puso fin la firma de la paz con el nuevo monarca inglés Jacobo I en 1604.
Durante el siglo XVII hubo algunos intentos de establecer algún tipo de alianza entre las dos Monarquías que se tradujeron en el viaje del príncipe heredero Carlos a la Corte de Madrid para concertar su matrimonio con alguna infanta española. Pero no resultó posible llegar a ningún acuerdo. Por otro lado, tras la ejecución del rey Carlos I las relaciones con el nuevo régimen del puritano Cromwell de los católicos Habsburgo de Madrid empeoraron, hasta que llegó a estallar de nuevo la guerra, durante la que se produjo la conquista violenta de la isla caribeña de Jamaica por los ingleses (Alloza 2015Alloza Aparicio, Á.2015. Diplomacia caníbal. España y Gran Bretaña en la pugna por el dominio del mundo, 1638-1660. Madrid, Biblioteca Nueva.).
Tras la restauración de los Estuardo en el trono inglés con Carlos II en 1660 mejoraron las relaciones y pudo firmarse una tregua, que fue ratificada con los tratados de Madrid de 1667 y 1670, que sancionaron la cesión de Jamaica y las islas Caimán a Inglaterra. Pero la posición inglesa continuó siendo ambigua, pues no en vano Carlos II había casado con una hija del duque de Braganza, que se había rebelado contra el rey legítimo Felipe IV, y proclamado rey de Portugal con el nombre de Juan IV.
En resumidas cuentas, por lo tanto, la posición de los ingleses que vivieron en Castilla en los siglos bajomedievales y modernos estuvo sujeta a múltiples alternativas, en la medida en que pudieron influir sobre la misma las relaciones mantenidas por la Monarquía castellana con la inglesa. En el presente trabajo nos centraremos exclusivamente en el período que abarca las décadas centrales del siglo XVII, que no ha sido objeto de muchos trabajos de investigación, en contraste con períodos anteriores y posteriores.
LA MONARQUÍA DE LOS HABSBURGO DE MADRID Y LA MINORÍA CATÓLICA INGLESA
⌅Poco se sabe sobre los ingleses que por su dedicación al comercio mostraron interés por instalarse temporalmente en tierras de la Corona de Castilla pues las obras que se han dedicado al análisis de las relaciones comerciales entre esta y el reino de Inglaterra a fines de la Edad Media no aportan información sobre esta cuestión (Childs 1978Childs, Wendy R.1978. Anglo Castilian Trade in the Later Middle Ages. Manchester: Manchester University Press.; Caunedo 1984Caunedo del Potro, Betsabé. 1984. Actividades de los mercaderes ingleses en Castilla (1475-1492). Madrid: Universidad Autónoma de Madrid.; Croft 1973Croft, Pauline. 1973. The Spanish Company. Londres: Record Society Publications., 1983Croft, Pauline. 1983. «English Mariners trading to Spain and Portugal, 1558-1625». Mariner’s Mirror 69 (3): 251-267. 10.1080/00253359.1983.10655924). Según Connel-Smith, en tiempos de Enrique VIII los mercaderes ingleses que optaron por residir en Castilla tropezaron en muchos casos frontalmente con la Inquisición por mantenerse fieles a su rey, también en lo referente a las decisiones que este tomó en materia religiosa tras decidir seguir adelante con su divorcio de su primera esposa, Catalina de Aragón, pese a la oposición del papa (Connel-Smith 1954Connel-Smith, Gordon. 1954. Forerunners of Drake. A Study of English Trade with Spain in the early Tudor period. Londres-Nueva York-Toronto: Longman.). Pero este autor no profundiza en la identificación de tales mercaderes, ni informa sobre cuáles fueron los lugares donde operaron.
Tras la implantación definitiva de la reforma anglicana durante el reinado de Eduardo VI en Inglaterra y tras la ejecución de la reina María Estuardo en Escocia, los católicos que continuaron viviendo bajo el dominio de los monarcas ingleses, que fueron muy numerosos en Irlanda, buscaron en la rama «española» de la dinastía Habsburgo el sostén que les permitiese continuar practicando su religión. Esta circunstancia explica el hecho de que, en los reinos gobernados por dicha dinastía, y muy especialmente en Castilla y en los Países Bajos, se instalasen individuos que profesaban la religión católica, y se erigiesen instituciones que favoreciesen el restablecimiento de la religión católica en las islas británicas por medio de la evangelización y la formación de clérigos evangelizadores. En efecto, a partir del reinado de Felipe II fueron numerosos los ingleses que optaron por fijar su residencia en Castilla por razón precisamente de su religión, la católica, que les garantizaba el apoyo de este monarca. A estos ingleses católicos que, a diferencia de los mercaderes, eran auténticos exiliados dedicó su atención en una conocida monografía el jesuita Albert J. Loomie, centrada en el período de la reina Isabel, en la que informa sobre las trayectorias de personajes relevantes como la duquesa de Feria, Jane Dorner (Loomie 1963Loomie, Albert J.1963. The Spanish Elizabethans. Nueva York: Fordham University Press.). Pero este trabajo no ha tenido continuidad, mientras que sí se dispone de más estudios sobre los católicos irlandeses en tierras castellanas. En concreto la institución de los colegios que para la formación de los clérigos católicos originarios de las islas británicas potenciaron Felipe II y Felipe III ha sido objeto de un estudio monográfico dedicado al colegio de San Patricio de los Irlandeses, fundado en Madrid en 1629 (García Hernán 2006García Hernán, Enrique. 2006. «El colegio de San Patricio de los Irlandeses de Madrid (1621-1937)» Revista de arte, geografía e historia 5: 219-246.). Por el contrario, llama la atención que no se han dedicado trabajos semejantes a los otros colegios para ingleses y escoceses que se fundaron en el siglo XVII en diversas ciudades castellanas, de entre las que cabe destacar Madrid y Valladolid, y que también desarrollaron una importante labor de formación de clérigos católicos entre los exiliados de dichas naciones.2
En el presente trabajo no vamos a dedicar nuestra atención a los ingleses que optaron por residir en ciudades de la Corona de Castilla durante el siglo XVII por motivos religiosos, al modo de los exiliados del siglo XVI. Por el contrario, nos ocuparemos solo de los que se dedicaron al comercio y, en menor número de casos, a las finanzas, y fueron católicos. Apenas se han dedicado hasta ahora estudios a dicho grupo, si se exceptúa un trabajo aislado de Alloza y Zofío, centrado en el personaje de Benjamín Ruit, en el que, sin embargo, no se entra en la valoración de su condición de católico (Alloza y Zofío 2013).
LOS CATÓLICOS INGLESES DEDICADOS AL COMERCIO Y A LAS FINANZAS EN LA CORONA DE CASTILLA DURANTE EL SIGLO XVII
⌅La tesis formulada por Max Weber sobre la relación existente entre capitalismo y ética de la religión protestante, muy en particular la calvinista, que habría favorecido la creación de empresas para la creación de riqueza en la esfera secular (Weber 1984Weber, Max. 1984. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Madrid: Editorial Sarpe.), ha extendido la idea de que la profesión de la religión católica en los países de la Europa del Sur no favoreció la expansión del comercio y de las finanzas en los siglos XVI y XVII que se experimentó por el contrario en los del Norte. Por supuesto el análisis comparado de la trayectoria histórica de ambos ámbitos, que tampoco son homogéneos, no permite percibir un contraste tan evidente. Y buena prueba es la condición pionera que las ciudades del norte y centro de Italia tuvieron en el desarrollo del comercio, la manufactura pañera y las finanzas desde la Baja Edad Media, que mantuvieron en los siglos de la Modernidad, pese a no haber rechazado la reforma protestante.
Para abundar en la demostración de la necesidad de matizar las tesis de Weber, en su formulación más simplificada, es nuestra intención en el presente trabajo aportar otro ejemplo que demuestra que no necesariamente la dedicación al comercio y las finanzas fue incompatible con la profesión de la religión católica, o al menos esta no la favoreció. Dedicaremos nuestra atención en concreto a reconstruir las trayectorias de varios individuos de origen inglés, que mantuvieron fuertes vínculos con su isla de origen, pero fijaron su residencia en tierras de la Corona de Castilla, y muy en particular en Madrid, sede de la Corte, durante el siglo XVII, que fue un período bastante turbulento para Inglaterra por los graves conflictos, tanto políticos como religiosos, que entonces se plantearon.
Benjamín Ruit
⌅Entre los mercaderes ingleses católicos que se instalaron en Castilla en el siglo XVII uno de los que alcanzó mayor grado de integración en la sociedad de acogida fue Benjamín Ruit que vino a Castilla procedente de Bayona, donde está documentada su presencia en 1626 negociando con sacas de lana castellana en compañía de otro mercader inglés, Jofre Ingueldon. En concreto ese año ambos, cuando residían en Bayona, compraron a Juan Bartolomé Juge, mercader natural de Limoges, vecino de Madrid, 241 sacas de lana de Soria y Segovia, por contrato otorgado en 23 de septiembre de 1626 ante Beltrán de Caparose, corredor jurado de Bayona.3
Según Alloza y Zofío ya había pasado a residir en Madrid en 1631 (Alloza y Zofío 2013Alloza Aparicio, Ángel y Juan Carlos Zofío Llorente. 2013. «La trepidante carrera de sir Benjamin Wright . Comerciante, factor y asentista de Felipe IV». Hispania 73 (245): 673-702. 10.3989/hispania.2013.018, 674).4
También negoció con otros productos que destinó a Inglaterra. En concreto en 1640 hizo embarcar en Cádiz un cargamento de cochinilla, destinado a Londres, aunque el navío en el que viajaba fue atacado por los turcos.11
Gran atención dedicó al negocio de la venta al por mayor de tejidos, en concreto de los que procedentes de Inglaterra le enviaron mercaderes de Londres, como Jorge Arguer, que en 1635 le remitió 164 piezas de perpetuanes y 88 piezas de bayetas negras para que se las vendiese en Madrid.13
No obstante, pronto abandonó la actividad mercantil para pasar a interesarse de modo exclusivo por el negocio de los asientos, es decir de los préstamos a la Monarquía, que conllevaban la obligación de poner el dinero comprometido en otras plazas europeas, fuera de Castilla. También participó en el negocio del transporte de tropas, tanto a Flandes como a Italia, e incluso a las plazas del Norte de África, y en el del aprovisionamiento de materiales para la Armada (Alloza y Zofío 2013Alloza Aparicio, Ángel y Juan Carlos Zofío Llorente. 2013. «La trepidante carrera de sir Benjamin Wright . Comerciante, factor y asentista de Felipe IV». Hispania 73 (245): 673-702. 10.3989/hispania.2013.018). Por este motivo su trayectoria difiere de la del resto de sus connacionales que residieron en Madrid y otros lugares de Castilla durante el siglo XVII que se centraron exclusivamente en los negocios mercantiles, o como mucho practicaron el préstamo, pero no tuvieron tratos con la Real Hacienda.
En enero de 1642, tras más de diez años de estancia en Madrid, se concertó su matrimonio con Jacinta María de Chiriboga Córdova y Aragón, hija de Francisco de Chiriboga y de María de Córdova y Aragón, vecinos de Madrid, que aportó una dote de 20.000 ducados.17
Nada se dice en las capitulaciones matrimoniales sobre la religión de los contrayentes, pero se da por supuesto que ambos eran católicos. De otro modo resulta difícil explicar que las mismas se incluyese una cláusula que preveía que en caso de que faltasen herederos legítimos para el mayorazgo que se había de fundar por el matrimonio para sus futuros descendientes sucediese en él el colegio de San Jorge, de la nación inglesa, sito en Madrid, en la calle del Príncipe, y se destinase su renta para «ayuda del sustento de los estudiantes ingleses».
También en el mismo sentido apunta el hecho de que Benjamín Ruit fuese designado como testamentario por otros ingleses residentes en Madrid que, por el contenido de sus testamentos, no cabe ninguna duda de que eran católicos. Es el caso de Susana Castelton, inglesa residente en Madrid, viuda de Jacobo Badesford, también inglés, que otorgó testamento en Madrid el 28 de octubre de 1646, incluyendo en él cláusulas que evidencian su condición de católica. Esta señora, que había venido a residir a Madrid procedente de los Países Bajos del Sur, cobraba además una pensión del rey de Castilla de 300 ducados, que consiguió traspasar a su hija Magdalena, casada en Madrid.18
Benjamín Ruit también mantuvo estrecha relación con clérigos católicos procedentes de las islas británicas residentes en Castilla. Por ejemplo, antes de 1636 un fraile franciscano irlandés le entregó en depósito para que se los guardase 1.600 reales de vellón que en julio de ese año le fueron devueltos por fray Buenaventura de Santa María, procurador general de la provincia de Irlanda de la orden franciscana en Madrid, y Domicio O´Brien, presbítero, rector del colegio de los irlandeses de Madrid.19
Gracias a su matrimonio, y a otros factores, Benjamín Ruit consiguió un arraigo en la sociedad madrileña muy superior al del resto de colegas suyos que residieron en Madrid. En concreto se ha de destacar que, a diferencia de estos, vivió en casas propias, y además dispuso de otras varias en propiedad que cedió en renta a vecinos de Madrid de muy diversa condición social, desde pequeños comerciantes hasta miembros de la nobleza.22
Este mayor arraigo en la sociedad madrileña que se advierte en el modo de vida decididamente aristocrático adoptado por Benjamín Ruit no habría resultado posible de no haber profesado la religión católica. Por otro lado, en el mismo sentido apunta el hecho de que hiciese donaciones o limosnas al colegio de los ingleses de Valladolid, fundado bajo el patrocinio de Felipe II y con la advocación de San Albano en 1590, y al propio colegio de San Jorge de Madrid, al que, como hemos adelantado, designó como sucesor de su mayorazgo para el caso de que no hubiese herederos legítimos por extinción biológica de la sucesión.24
Alloza y Zofío, al reconstruir la trayectoria de Benjamin Ruit indican, sin embargo, que llegó a ser partidario de Cromwell, quien, como es bien sabido, fue muy contrario a los católicos ingleses e irlandeses. También añaden que desde 1654 fue correspondiente del parlamento inglés en Madrid (Alloza y Zofío, 2013Alloza Aparicio, Ángel y Juan Carlos Zofío Llorente. 2013. «La trepidante carrera de sir Benjamin Wright . Comerciante, factor y asentista de Felipe IV». Hispania 73 (245): 673-702. 10.3989/hispania.2013.018, 697-698). Estos hechos, de ser ciertos, no resultan fácilmente conciliables con su perfil de marido de una noble castellana, y padre de una mujer casada con un noble titulado, como era el vizconde del Fresno. Estos mismos autores en un lugar de su trabajo apuntan la idea de que «posiblemente» Benjamín Ruit tuviese orígenes judíos, al igual que su yerno, de origen portugués. Creemos que no existe ningún tipo de indicio que justifique tal sospecha,26
Pasando a otra cuestión, Alloza y Zofío también sostienen que en la etapa final de su vida Benjamín Ruit, ante la imposibilidad de recuperar el dinero que le debía el rey por los asientos que había concertado con la Real Hacienda del rey Felipe IV, llegó a verse forzado a tener que trabajar como traductor en un barco de guerra (Alloza y Zofío 2013Alloza Aparicio, Ángel y Juan Carlos Zofío Llorente. 2013. «La trepidante carrera de sir Benjamin Wright . Comerciante, factor y asentista de Felipe IV». Hispania 73 (245): 673-702. 10.3989/hispania.2013.018, 700). Pero no parece muy creíble que terminase en una situación de tal desamparo. No podemos pasar por alto el hecho de que su hija María Jacinta Ruit de Chiriboga Córdoba y Aragón, estuvo casada con Diego Fernández Tinoco Correa y Paz, vizconde del Fresno, y siendo viuda todavía seguía otorgando poderes en nombre de sus cuatro hijas para cobrar situados sobre las rentas de la Real Hacienda.27
Alloza y Zofío no mencionan el testamento que Benjamín Ruit otorgó en Madrid el 14 de agosto de 1670 que arroja cierta luz sobre la etapa final de su vida, y parcialmente contradice lo afirmado por estos autores.29
Para resolver las dudas que suscita el contraste de las noticias contradictorias que proporciona la documentación hasta ahora localizada sería preciso localizar nuevos documentos, en especial los testamentos tanto de Benjamín Ruit como de su esposa. Pero no cabe ninguna duda que fue el inglés que mayor grado de integración social logró en la sociedad castellana que le acogió, pese a que no rompió sus vínculos con Inglaterra, donde vivía un hermano con el que mantuvo permanentes relaciones de negocios.
Jofre Ingueldon
⌅Un mercader inglés muy vinculado con Benjamín Ruit fue Jofre Ingueldon, pues ambos ya formaban compañía dedicada al comercio con lanas castellanas en 1626, cuando residían en Bayona, como hemos visto. Después terminó fijando también su residencia en Madrid, aunque previamente residió en otras plazas, cambiando de residencia con relativa frecuencia. En concreto en 1634 residía en San Sebastián dedicado aparentemente al comercio de lanas segovianas.31
Durante estos años de estancia en Madrid realizó negocios en compañía con Benjamin Ruit, pues en 1652 se obligó a pagarle 165.164 reales de plata en que había sido alcanzado en el ajustamiento de cuentas.37
La familia Pauley
⌅Los hermanos Pauley, originarios de Cornualles, en el sudoeste de Inglaterra, fueron unos activos mercaderes y financieros que a mediados del siglo XVII vivieron a caballo entre los Países Bajos del Sur y la Corona de Castilla, dominios ambos de la dinastía de los Habsburgo de la rama que tenía fijada su capital en Madrid. Entre ellos cabe destacar a Guillermo y Jorge, de los que se conservan testamentos, gracias a los cuales podemos conocer interesantes aspectos de sus creencias religiosas y prácticas de piedad, que confirma su creencia en los dogmas fundamentales de la doctrina católica, cuestionados por luteranos y calvinistas. Menos referencias tenemos sobre un tercer hermano, Thomas, y sobre otros miembros de la siguiente generación llamados Thomas y Guillermo Pauley, y Guillermo Sot. En concreto sobre Thomas sabemos que en 1641 se instaló en Bilbao, para atender desde aquella villa portuaria, de importancia clave para el comercio exterior de la Corona de Castilla durante el siglo XVII, el negocio familiar, haciéndose cargo de las lanas y añinos que se habían de exportar, y de los tejidos y otras mercancías de importación que se habían de redistribuir en Madrid y otros lugares de Castilla.46
En efecto hubo dos individuos llamados Guillermo Pauley, tío y sobrino, de los cuales el último estuvo al servicio del primero en la gestión de sus negocios, y por ello se instaló en Bilbao en 1647.48
Su hermano Jorge coincidió con él durante un tiempo en Madrid, a donde llegaría procedente de Amberes, donde contrajo matrimonio en 1646 con doña Inés Francisca de Lalaynge, perteneciente a una familia de la nobleza flamenca, pues era hija de Pedro Hipólito de Lalaynge, caballero señor de La Mouillerie. Para entonces disfrutaba ya de una muy buena posición económica pues aportó al matrimonio en concepto de capital propio 36.000 florines, de los cuales 4.000 correspondieron a las joyas que entregó a su mujer.50
Thomas Pauley, tras una breve estancia en Madrid, se trasladó en 1641 a Bilbao para trabajar como correspondiente de sus hermanos Guillermo y Jorge, encargado de embarcar las mercancías destinadas a la exportación, en particular lanas y añinos, y redistribuir por el interior de Castilla los tejidos y otros productos que llegaban de Inglaterra y otras regiones del continente europeo.57
En Bilbao los hermanos Pauley pudieron coincidir con gran número de compatriotas dedicados como ellos al comercio, y muy en particular al de lanas y añinos. Regina Grafe en su monografía de 2005 ha dado buena cuenta de esta importante comunidad de extranjeros en la capital vasca, en pleno proceso de expansión durante el siglo XVII, cuando sustituyó a Santander como principal puerto exportador e importador de la costa cantábrica. Nos informa de que en 1644 residían en ella al menos 44 mercaderes de nacionalidad inglesa (Grafe 2005Grafe, Regina. 2005. Entre el mundo ibérico y el Atlántico. Comercio y especialización regional 1550-1650. Bilbao: Diputación Foral de Vizcaya., 200). No profundiza esta autora en el análisis de las creencias religiosas de estos mercaderes. De una familia, la de los Daun (Downe) sí que nos informa que fueron anglicanos, a pesar de lo cual lograron que se les reconociese como vecinos (Grafe 2005Grafe, Regina. 2005. Entre el mundo ibérico y el Atlántico. Comercio y especialización regional 1550-1650. Bilbao: Diputación Foral de Vizcaya., 202). De dos individuos, John Dawn y William Franglin, nos informa que casaron con mujeres vizcaínas, pero no aclara si para ello se tuvieron que convertir al catolicismo. Nosotros por nuestra parte no hemos tenido ocasión de utilizar documentación que nos permitiese avanzar en la aclaración de estas cuestiones.
De todos los miembros de la familia Pauley el que nos resulta mejor conocido es Guillermo, el único que arraigó en Madrid. Sobre su condición de católico no queda ninguna duda. Hay testimonios de que acudía a los servicios del Viernes Santo. En abril de 1651 un vecino fue a su casa en la calle Carretas para protestar una letra y los criados le respondieron «que estaba en los oficios, como es Semana Santa».58
También su hermano Jorge manifestó en sus testamentos su plena adhesión a la fe católica. En el primero reconoció como intercesores a la Reina de los Ángeles, y a todos los santos y santas de la Corte celestial, a la vez que dispuso que se le enterrase en el hábito de San Francisco.60
Otros mercaderes ingleses en Madrid
⌅Tras la de Bilbao, entre las comunidades de mercaderes que hubo en la Corona de Castilla en el siglo XVII, una de las más importantes fue la de Madrid. Para demostrarlo trataremos a continuación de identificar a sus distintos miembros a partir de la información proporcionada por la documentación notarial. Destaca en primer lugar uno que mantuvo estrecha relación de negocios con los Pauley. Se trata de Guillermo Santobin, que, al igual que ellos, era natural de Cornualles. Cuando se decretó la represalia contra los ingleses por la toma de Jamaica por Cromwell en 1655 solicitó que no se le aplicase alegando que llevaba más de 20 años residiendo en tierra de la Corona española (Alloza 2000Alloza Aparicio, Ángel. 2000. «La represalia de Cromwell y los mercaderes ingleses en España (1655-1607)». Espacio, Tiempo y Forma. Historia Moderna 13: 83-112. 10.5944/etfiv.13.2000.3409, 95). Después de haber fallecido, el 27 de marzo de 1661 Enrique Benet, gentilhombre de la cámara privada del rey de la Gran Bretaña, y el padre Guillermo Sánchez, jesuita, residentes ambos en Madrid, otorgaron su testamento en virtud de un poder que les había otorgado encontrándose enfermo el 4 de abril de 1658. El contenido de dicho documento no deja lugar a duda sobre la condición de católico del difunto, que también queda corroborada por el hecho de que Guillermo Pauley en su testamento de 1652, tras nombrarle su testamentario y encargarle de la gestión de su hacienda, le pidió que mostrase atención hacia el convento de la Trinidad de Madrid.62
También muy vinculado a los Pauley estuvo el inglés Tomás Godart, que durante varios años formó compañía con Jorge Pauley, y tenía además relación con un pariente llamado Jonas Godart, que residía en Sevilla.65
Otro inglés vinculado a los Pauley fue Cristóbal Botolfe, mercader que encontramos a comienzos de la década de 1640 instalado en Madrid, dedicado al comercio mayorista de mercancías de importación, aunque en los años 1643 y 1644 lo hizo por cuenta de su compatriota Guillermo Pauley.67
Sobre otros mercaderes ingleses residentes en Madrid a mediados del siglo XVII disponemos de menos informaciones que nos permitan conocer su perfil social y creencias religiosas. Es el caso de Ricardo Smith, quien trató con una amplia gama de mercancías, entre las que figuran las lanas,69
Roberto Bretón fue otro activo mercader y financiero que desarrolló su actividad en Madrid a comienzos de la década de 1650 aunque parece que con anterioridad residió en Canarias. En Madrid tuvo fijada su residencia en la calle de San Bernardo (Alloza 2000Alloza Aparicio, Ángel. 2000. «La represalia de Cromwell y los mercaderes ingleses en España (1655-1607)». Espacio, Tiempo y Forma. Historia Moderna 13: 83-112. 10.5944/etfiv.13.2000.3409, 105). Está documentada su actividad como mercader de vinos procedentes de estas islas,77
Sobre Francisco Tirón, mercader inglés residente en Madrid, solo sabemos que le fueron tomados en 1654 por la Armada del rey Felipe IV 83 cajones de jabón que hacía transportar en navíos ingleses, pese a que todavía no se había declarado la guerra contra Inglaterra.86
La relación de mercaderes ingleses que residieron en Madrid a mediados del siglo XVII de los que hemos encontrado noticias se concluye con Marmaduque Raudon, quien, no obstante, pasó previamente muchos años en Canarias. Nacido hacia 1609, vino a residir a Tenerife en 1630 procedente de Burdeos, donde había tenido intereses en el comercio del vino. Según Guerra en 1635 otorgó testamento en La Laguna (Guerra 1994Guerra Cabrera, José Carlos. 1994. Un mercader inglés en Tenerife en el siglo XVII. Santa Cruz de Tenerife: ACT., 109). Pero no debió morir en dicha fecha pues se le menciona en un documento madrileño de 1643 como residente en las islas de «Canaria».89
CONCLUSIONES
⌅De entre las comunidades de mercaderes extranjeros que desarrollaron su actividad en la Corona de Castilla durante los siglos medievales y modernos, la de los ingleses no se cuenta entre las que más atención han merecido de los historiadores, tanto españoles como ingleses. No llegaron a alcanzar la importancia que tuvieron los italianos desde fechas mucho más tempranas, y durante mucho tiempo también se colocaron detrás de los alemanes, que alcanzaron gran importancia en el siglo XV en la Corona de Aragón (Diago 2002), de los franceses, a los que ya encontramos comerciando con tejidos en el reino de Valencia en el siglo XIV (Romestan 1969Romestan, Guy. 1969. «A propos du commerce des draps dans la péninsule ibérique au Moyen Âge: Les marchands languedociens dans le royaume de Valence dans la première moitié du XIVe. Siècle». Bulletin Philologique et Historique 1: 115-192.), e incluso de los saboyanos, ya presentes en la Corona de Aragón en el siglo XV, y que continuaron muy activos hasta el siglo XVII (Diago 2002Diago Hernando, Máximo. 2002. «Los mercaderes alemanes en los Reinos Hispanos durante los siglos bajomedievales: Actividad de las grandes compañías en la Corona de Aragón». En España y el “Sacro Imperio”. Procesos de cambios, influencias y acciones recíprocas en la época de la “europeización” (Siglos XI-XIII), coord. por Julio Valdeón, Klaus Herbers y Karl Rudolf, pp. 299-328. Valladolid: Universidad de Valladolid. y 2013Diago Hernando, Máximo. 2013. «Bartolomé Arnolfo, un saboyano en el Madrid del siglo XVII, financiero, mercader y señor de ganados trashumantes». Studia Historica. Historia Moderna 35: 371-407. 10.14201/shhmo201335371407) . Pero su papel tampoco fue irrelevante. Por esta razón hemos considerado pertinente dedicarles un estudio monográfico, aprovechando un conjunto documental en gran medida inédito, muy rico en información, como son los protocolos notariales madrileños.
El análisis de esta documentación nos ha permitido identificar a un grupo relativamente numeroso de mercaderes que residieron en Madrid a mediados del siglo XVII, durante el reinado de Felipe IV. Desde nuestro punto de vista este grupo presenta una interesante peculiaridad, por haber estado conformado en su mayor parte por individuos que profesaban la religión católica que, a pesar de ello, estaban plenamente integrados en la sociedad inglesa. Esta constatación nos obliga a matizar la tesis clásica de Max Weber sobre una supuesta incompatibilidad entre religión católica y capitalismo. Fueron individuos que tenían familiares y socios en Inglaterra con los que mantenían estrechos contactos por razón de sus negocios. Algunos de ellos viajaron incluso a Inglaterra por motivos de urgencia para regresar de nuevo a Castilla. Su condición de católicos y el carácter de sus negocios explica los estrechos contactos que mantuvieron con los Países Bajos del Sur, e incluso con los del Norte después de 1648, tras el reconocimiento de la plena soberanía a las Provincias Unidas del Norte. Algunos de ellos tuvieron incluso durante un tiempo fijada su residencia en estos territorios.
Los estrechos vínculos mantenidos con Inglaterra ponen de manifiesto que el hecho de profesar la religión católica no supuso para los mercaderes ingleses que operaron en Madrid ningún obstáculo para la buena marcha de sus negocios. Ciertamente cabe encontrar en la documentación algunos testimonios que probarían lo contrario. En concreto tenemos noticia de algún mercader inglés que se quejó por haber tenido que hacer frente a graves dificultades para negociar porque los mercaderes residentes en Inglaterra con los que tenía que tratar le postergaban. Es el caso de Benjamín Pitis, inglés avecindado en Sevilla que manifestó en 1698 que hacía unos 20 años que se había convertido al catolicismo a raíz de contraer matrimonio con una mujer española. Como consecuencia «En odio de esto se han apartado de vos los correspondientes que teníais, y os veis exhausto de medios para mantener vuestras crecidas obligaciones».92